Lugares de Interés Comunitario (LIC)
Siguiendo la recomendación de la paisajista Ariane Arrausi Pérez de Guereñu exponemos
en este blog los dos Lugares de Interés
Comunitario que se encuentran en el término de Ascarza.
En toda la CAV hay un total de 52
Lugares de Interés Comunitario (LIC),
de los que 25 se sitúan en territorio alavés, zonas que ocupan casi 71.000
hectáreas (el 23,36% del territorio). En la Junta Administrativa de Ascarza se encuentran la
del bosque de Durruma y el Bosque de Characas compartido con Cerio y Argandoña.
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Zonas con suelo encharcado entre el invierno y la primavera en el robledal de Characas. |
Bosque
de Characas
En el que se han distinguido
cuatro zonas, la de Cerio (robledal), y las de Ilarraza y Argandoña (quejigal
de Mendiluz), más el pinar de repoblación de Cerio. Incluido en el LIC de los
robledales isla de la Llanada alavesa (ES2110013). Superficie aproximada 38 Ha.
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En el año 2009 se desbrozó una franja de unos 10 m de ancho en todo el perímetro de Durruma |
Ascarza,
quejigal de Durruma
Con dos zonas, una al Norte y la
otra al Sur, hacia Aberasturi. Incluido en el LIC de los robledales isla de la
Llanada alavesa
(ES2110013). Superficie aproximada 13 Ha.
Podemos decir de entrada, tras
haber visitado la zona durante las cuatro estaciones del año 2009, que los
bosques de fondo de valle propuestos para este estudio por el CEA, corresponden
esencialmente a dos tipos dominados por especies del género Quercus (Q.
robur y Q. faginea), así como a un bosque mixto de frondosas, de
carácter ribereño, en el que se ausentan las especies de Quercus, y
toman su lugar los fresnos, arces y, en menor medida, chopos y sauces.
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Una densa orla de arbustos y lianas forma la estrecha zona de contacto entre el bosque de Characas-Mendiluz y los
cultivos de Ascarza. |
Los
bosques (quejigales)
Dominados por Quercus faginea ocupan
suelos más secos que en el caso anterior, al situarse en laderas y en cabezas
de cerros. En varios casos comparten masa forestal con los robledales
anteriores, pudiendo observarse el tránsito entre ambas unidades sobre el
terreno. Al llegar el otoño, como el roble (Quercus robur)
mantiene unas semanas más sus hojas verdes, se observa un neto contraste en el color
de ambos tipos de bosque, pues en las zonas bajas continúa el colorido verde oscuro
mientras que las partes más elevadas muestran una variada gama de colores amarillos,
verdes y marrones, que corresponden con los tonos del follaje del quejigo
(Quercus faginea). En los
trabajos enumerados en el párrafo anterior estos quejigales se han asignado a
la unidad de los quejigales subcantábricos más o menos maduros: Son los
quejigales de Zuazo Vitoria, Zabalgana, Mendiluz (parte alta de Characas, en Ascarza
y Argandoña), Durruma (Ascarza) y Argandoña (parte alta de Sarrena).
Robledales y quejigales, de muy
reducidas dimensiones, se aprovechan actualmente mediante suertes foguerales,
en las que se cortan árboles o ramas de estos, y se mantienen por ello las
masas en fases juveniles, que en pocos años se cierran por el rebrote de
arbustos, lianas y zarzas. Este denso sotobosque arbustivo ocupa buena parte de
los bosques estudiados y es muy similar en su composición florística y
estructura al que forma la orla natural de los citados bosques, y mitiga el
contacto entre la estructura nemoral, cerrada y estable, y las zonas abiertas e
inestables, ocupadas desde hace siglos por campos de cultivo.
En contados casos como Zabalgana,
Argandoña y, en menor medida Ascarza (Durruma) y Amarita, el bosque conserva
todavía en su perímetro restos de otras de sus etapas de sustitución, que nos
hablan de anteriores usos ganaderos de la zona. Es en dichas etapas sustitutorias,
de matorral bajo y en menor medida de pasto, donde se localiza, cada vez de
forma más escasa, un buen número de las especies de flora que contribuyen a mantener
la diversidad biológica de la zona. Corresponden a zonas que antaño fueron pastoreadas
extensivamente con ganado ovino, y hoy se muestran como etapas de pastomatorral
bajo que está siendo paulatinamente invadido por matorrales espinosos altos y arbolillos
jóvenes, tras el abandono de la ganadería.
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Pila para leña junto a una vereda en la que contactan el robledal de la zona baja y plana de Characas, y el quejigal de
la ladera de Mendiluz. |
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Usos
históricos:
Los quejigos de gran porte
proporcionaron en el pasado madera para construcción (vigas, cabrios,
cuartones, etc.). También se emplearon, junto con otros de los árboles acompañantes,
para elaborar mobiliario, objetos y piezas artesanales (armarios, arcas, mangos
de herramienta, collares para el ganado, etc.) pero sobre todo, su principal aplicación
ha sido la obtención de leña de excelente calidad, uso que aun hoy en día es frecuente
en estos bosques, donde se continúa con las suertes foguerales. Durante las tareas
de campo para esta memoria se pudieron observar pilas de leña de quejigo en los
bosques de Characas-Mendiluz y en la zona perimetral de Durruma. Antaño, en
algunas zonas, se trasmochaban los árboles, y de ello quedan testigos en todos
los quejigales estudiados.
El uso ganadero también ha sido
muy frecuente, siendo muy característicos los quejigales adehesados, así como
sus masas juveniles, que fueron pastados fundamentalmente por el ganado ovino.
Desde mediados del siglo pasado ha desaparecido prácticamente la ganadería
extensiva en la Llanada, lo que ha servido, en lo positivo, para la regeneración
espontánea del bosque y el establecimiento de quejigos juveniles, al tiempo que
ello acarrea, en lo negativo, una paulatina desaparición de varias de las
etapas subseriales y con ello una considerable pérdida de diversidad vegetal.
Los quejigales han sufrido menor
regresión en cuanto a superficie ocupada que los robledales, y en los últimos
50 años son varios los que apenas han modificado su tamaño y forma. Esto ocurre
en los casos de Zuazo Vitoria (Sarbikoetxea), Zabalgana y Ascarza (Durruma).
Los de Characas y Sarrena sí han visto mermada considerablemente su área, pero
en menor medida que los robledales.
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El bosque de Durruma ocupa la cabeza de un pequeño cerro rodeado de cultivos. |
Los
“Robledales isla de la Llanada alavesa (ES2110013)”
Están considerados como espacios
clave para la conservación del hábitat.
Usos
históricos:
La madera de los troncos de los
grandes robles ha sido empleada en construcción (vigas y puntales), y también
para traviesas del ferrocarril. También se ha usado para muebles y objetos
artesanales caseros e industriales. En el pasado muchos robledales se usaron para
extracción de leña mediante el desmoche de los árboles y para alimentación del ganado,
manteniéndose muchos de ellos en forma de dehesas. No sólo el ganado doméstico,
sino también el empleado en el trabajo del campo pastaba en las dehesas boyales
próximas a los pueblos. Esto es aún observable en la estructura adehesada que conservan
algunos de los robledales del presente estudio.
Pero el uso esencial que han
tenido los robledales de fondo de valle de la Llanada alavesa ha consistido en
su tala y erradicación para utilizar sus fértiles y profundos suelos para la
agricultura. Esta paulatina sustitución de los antiguos bosques por campos de
cultivo viene de muy lejos, pero alcanzó sus máximas cotas a mediados del siglo
veinte. En las colecciones de fotografías obtenidas en los vuelos aéreos de
1956 y 1968 se observa cómo algunos de los bosques isla ahora estudiados
formaban parte de bosques mucho más extensos. Fue precisamente a finales de los
50 y durante los años 60 cuando se dio el cambio generalizado de los animales
de trabajo para las tareas del campo a los tractores y demás maquinaria. Con
ello se produjeron drásticas desapariciones de bosques enteros y en general,
una fragmentación y disminución de su área. Desapareció por completo la gran
masa del robledal de Estarrona, que se continuaba con otro gran robledal
perteneciente a Asteguieta y Gobeo. En este último pueblo persiste hoy una
ínfima parte de aquel gran bosque del pasado. También se fragmentó y disminuyó
notablemente el extenso robledal compartido por Ilarraza, Cerio, Ascarza y
Argandoña. Lo mismo ocurrió con el bosque de Sarrena (en Cerio y Matauco), del
que desapareció casi por completo su porción de robledal, que ocupaba toda la
base del cerro de Estibalitz. La misma suerte corrió el denominado “Monte” de Zurbano, que entre las dos
décadas de los 50 y los 60 fue completamente talado y sustituido por campos de
cultivo, salvándose únicamente el pequeño bosquecillo al norte de Elorriaga y
Arkaute.
Sin embargo, algunos de los
bosquecillos que se mantenían adehesados para uso mixto (leña y aprovechamiento
por el ganado doméstico), se han mantenido invariables en superficie y forma
hasta nuestros días. Son los casos de Lopidana, Gereña y Amarita.
Las consideraciones sobre
posibles medidas de seguimiento, gestión y conservación de los robledales
estudiados se hacen en el punto 5 de esta memoria, junto a las de los otros tipos
de bosques analizados.
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Las flores acampanadas de Fritillaria pyrenaica se abren en zonas despejadas al borde del bosque. |
QUEJIGALES
DE ZUAZO VITORIA, ZABALGANA, CHARACAS,
DURRUMA
Y SARRENA.
- La estructura de quejigal
adehesado que todavía mantienen algunos de estos bosques (Zuazo Vitoria) o se
da en pequeños corros dentro de los demás, conviene mantenerla, pues los
árboles mantienen la estabilidad y frescor del suelo, que en tiempos pasados sostenía
nutritivos pastos mesófilos, aprovechados tanto por el ganado doméstico como por
el que se mantenía en régimen extensivo. Resulta de especial interés la
presencia de árboles viejos, aunque estén desmochados, pues contribuyen en gran
medida a la biodiversidad global, al servir de refugio, cobijo y alimento a
numerosas formas de vida. El desbroce de estas zonas con arbolado trasmocho de
cierta edad aconsejamos que se realice en parcelas de reducida extensión, para
no alterar drásticamente las condiciones en el conjunto del bosque.
- Siempre hay que tener en cuenta
la hora de gestionar este hábitat, un factor intrínseco a las especies del
género Quercus, que es la facilidad de hibridación del árbol dominante,
que no hay que perder de vista si se decide emprender plantaciones, incluso con
plantas obtenidas de semilla obtenida en la misma zona o en sus inmediaciones.
- Un dato importante a tener en
cuenta es que el 77 % de los quejigales de la CAPV se ubica en Montes de
Utilidad Pública.
- En la actualidad ha de evitarse
la desaparición e incluso la transformación de los quejigales. Solamente cuando
en la masa forestal existan superficies apreciables de sus etapas subseriales
podrían tomarse medidas que restringieran la colonización por el quejigo de
dichas superficies, que serían sofocadas por los árboles, con notable pérdida de
diversidad. Por lo mismo, convendría evaluar en cada caso (Zabalgana, Characas,
Durruma, Sarrena) la conveniencia o no de fomentar el hábitat arbolado o el
pastizal, en función de razones de tipo económico, ecológico y social. En
cualquier caso, debe evitarse la fragmentación de los quejigales, pues ello
pondría en peligro la supervivencia de las especies nemorales más exigentes.
-La gestión forestal de los
quejigales convendría enfocarla para obtener la máxima diversidad estructural y
específica posible, favoreciendo la regeneración natural por semilla (monte
alto), evitando la eliminación de los árboles excepcionales por presentar notables
dimensiones y aumentando la densidad de madera muerta en pie y en el suelo.
En los escasos rodales donde los
quejigos poseen grandes fustes y una madurez de estratos suficiente, debe
tenderse a favorecer la dinámica natural del hábitat. El abandono de los
aprovechamientos ganaderos ha llevado a la existencia de masas achaparradas,
donde deben realizarse actuaciones de resalveo (dejando en cada cepa el brote
más sano y dominante), favoreciendo la regeneración de semilla e intentando preservar
los árboles de mayor diámetro para que sirvan como reserva de semillas.
- Para la zona concreta de este
estudio no se aconseja la mezcla del quejigo con otras especies (encina, roble,
pino silvestre), pues las condiciones de humedad atmosférica y edáfica permiten el buen desarrollo de Quercus
faginea en su área potencial.
- Dentro de los quejigales es
frecuente la presencia de otras especies arbustivas y arbóreas (arces,
avellanos, aligustres, morrioneras, madreselvas…) que debe ser revalorizada y
fomentada, sobre todo en las zonas de borde o ecotono con los cultivos, pues
además de formar la orla del bosque, muchas de esas especies dan frutos muy apetecidos
por la fauna forestal.
- Convendría que el
aprovechamiento de madera para leña (las suertes foguerales) sirviera al mismo
tiempo como un instrumento de gestión forestal, de forma que las cortas no
sobrepasen al crecimiento y se realicen sobre todo en individuos accesibles, enfermos
o con riesgo, sin afectar a las zonas donde se observen árboles más añosos.
- Al no existir en nuestros días
aprovechamientos ganaderos en régimen extensivo en el bosque, no parece
necesario establecer cercados de regeneración, pero sí dotar de adecuada
protección a las zonas en las que se pudieran realizar plantaciones de
finalidad recuperadora.
- Son raros los rodales de
árboles trasmochos en estos bosques, y precisamente por eso, unido al valor
ecológico y cultural de estos bosques, se velará por su preservación (Casos de
Zuazo Vitoria, Zabalgana, Characas y Sarrena).
- Estas recomendaciones creemos
que tendrían un efecto notablemente mayor si los quejigales isla dispusieran de
pequeñas superficies aledañas en las que pudieran desarrollarse algunas de las
etapas constitutivas de sus respectivas series dinámicas de vegetación. Dichas
etapas, aunque fueran las de estructura más simple, como los pastos mesófilos
(que podrían mantenerse por siega), servirían de protección para el bosque ante
posibles descuidos en el manejo de los campos de cultivo adyacentes.
- En todos los casos interesa
vigilar la aparición y posible progresión de especies dotadas de carácter
invasor, de las que en este trabajo se han destacado algunas en el apartado de
flora.
- Para las dos especies (Ilex
aquifolium y Narcissus asturiensis) de plantas catalogadas en el
Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, la vigilancia y el seguimiento continuado
son recomendables, para tratar de detectar a tiempo posibles cambios o incidencias
negativas.
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Aún se conserva una estrecha franja de pasto de junquillo y matorral bajo con enebros en la parte sur de Durruma. |
Citación bibliográfica:
Uribe-Echebarría,
P.M. (2010). Estudio “Caracterización botánica de los bosques de fondo de valle
del municipio de “Vitoria-Gasteiz”Centro de
Estudios
Ambientales, Ingurugiro Gaietarako Ikastegia. Vitoria-Gasteiz.